Deja - Vu

20:28 by Pike

"Me conociste en un momento
muy extraño de mi vida"


Tyler Durden en El CLub de la Pelea




Enzo Perrogon se ajusto la corbata frente al gran espejo recién enterado de que ese día iba morir. No sabia como, y en realidad el problema es que desconocía el momento, pese a ello salio del baño camino al salón principal sin mucho apuro, tanto así que se coloco los lentes y volvió a revisar un legajo de papeles que cargaba en un archivador junto a su agenda. Buscaba el discurso para clausurar el seminario sobre Liderazgo Empresarial que había presidido con mucho tino, pero seguro de que se le había traspapelado, decidió improvisar.

Enzo era un hombre de mediana altura y delgado. De ojos claros y mirada apacible, con líneas en el rostro que le aumentaban la edad. Canas prematuras raleaban su cabellera a los lados, vestía un saco plomo que disimulaba sus hombros caídos.

Entro en el amplio salón Flamboyán del hotel Los Tajibos ensayando una mueca de sonrisa. Una nube de murmullos se desinflaba a su alrededor. Subió a la tarima, probo el micrófono dando unos golpecitos en la carcasa, coloco ambas manos sobre el atril y sin trastabillar se dirigió al público. Al frente unas cien personas de rostros lánguidos, cómodamente sentadas lo escuchaban en completo silencio. A cada rato destellaba la luz blanca de alguna cámara fotográfica. Enzo busco entre los presentes el rostro de Daniela para coger vuelo y al no encontrarlo se armo con tal convicción que pese a los eufemismos y términos técnicos no cayo pesado.

La presencia joven pero madura de Enzo con una nueva visión sobre estrategias empresariales, dio al seminario un éxito que sorprendió a los mismos organizadores. El estruendo de los aplausos distendió la atmósfera formal, mucha gente siguió golpeando las palmas de pie al terminar el breve discurso. Se escuchaba música ambiental a lo Jean Michel Jarre y ello insuflo un carácter festivo a la reunión. Meseros con bandejas de saladitos y bebidas comenzaron a aparecer. La prensa televisiva se abrió paso y preparaba notas organizando pequeños círculos con gente destacada. El cocktail de clausura empezaba.

Los colegas de trabajo se acercaron a Enzo, lo felicitaron con abrazos. Alguien le alcanzo una copa de sidra.
―Se nota que ensayaste ―dijo Jimmy.
―La verdad no. También estoy sorprendido ―comento Enzo.
―Me parece que se cumplieron las espectativas.
―Esperemos que dice el directorio ―dijo Enzo buscando con la mirada algo entre la gente. Ni bien paso un mesero cerca, cambio su copa de sidra por una de cerveza. Se bebió el vaso entero de un solo trago y dejo la copa vacía en la charola.
―Parecias un Walter Mercado hablando de nuestra conciencia cósmica ―dijo Christina con los labios rebalsando lápiz labial― tienes que leerme la suerte un dia de estos.
Todos se miraron entre si y luego se escucharon carcajadas. Enzo se ruborizo, levantaron las copas y brindaron con entusiasmo. Estaba con los ojos vidriosos, sus compañeros le dieron palmaditas en el hombro pues comprendían su sincero entusiasmo, aunque no paso desapercibido el esfuerzo que hacia por no denotar su fuero interno. Observo que sus manos temblaban. Estiro y encogió los dedos varias veces, los puso frente a su rostro, se movían como atacados por un terremoto. Jimmy y Christina murmuraron con sorna mirando a Enzo.


Se alejo del grupo con la excusa de ir tras unas brochetas de camarones, mas allá saco un papel y apoyado sobre un estante de vidrio anoto algo, luego doblo la hoja cuidadosamente y la metió en el bolsillo interior de su saco. Estaba de espalda a la gente cuando vio una mano que le ponía en frente un tríptico.
―¿Como podes explicarte esto? ―dijo la voz de mujer.
―¿Donde estabas? ―dijo Enzo al percibir el prefume, dándose la vuelta, sorprendido por la presencia de Daniela.
―Renegando con mucha gente. Imagínate que los logotipos de dos empresas auspiciadoras no aparecen en el tríptico.
―No me sorprende, no es nuestra responsabilidad, recuerda que se anotaron recién hace un par de días y se les advirtió de estos detalles. Además sus contribuciones han sido simbólicas.
Enzo hizo lo que mejor sabía hacer con sus colegas: levantarles la moral. Daniela era una secretaria de gerencia dinámica y eficiente pero ese día se la notaba aturdida con tantos detalles por atender. Era alta, de rasgos finos y melena castaña. En menos de seis meses habían logrado compatibilizar muchos criterios de trabajo, formaban un excelente equipo. Enzo lo sabía muy bien a tal punto de que siempre pensaba en cuanto había entregado de si mismo en aras de llevarse bien con Daniela.
―Te busque desde arriba ―dijo Enzo con la voz quebrada, apuntando a la tarima con los ojos. Estaba por meter la mano en el saco cuando sintió que lo jalaban del brazo.
―Eres la estrella ―dijo Christina― asi que dale a la prensa lo que es de la prensa.―Señalaba con la cabeza hacia donde tenian que ir.
Enzo se dejo llevar casi a empujones. Daniela se quedo viéndolo mientras el lugar se tupía con gente que iba y venia.


La luz de la cámara de televisión encandilaba, Enzo parpadeo intentando ponerse de perfil. La fama de la reportera de alguna manera garantizaba que la entrevista iba ser casual, sin preguntas muy técnicas. Estaba harto de explicar la quintaesencia del Management. El micrófono estaba muy cerca de su boca así que se aparto hacia atrás pero como si la reportera lo hiciera a propósito tuvo de nuevo el micrófono rozándole los dientes.
―¿El evento salio mejor de lo que usted esperaba? ―dijo la mujer esgrimiendo una sonrisa de almanaque.
―Hubo una nutrida asistencia, signo de que nuestro enfoque era correcto.
―Muchos dicen que usted es el artífice tras bambalinas.
―Lo que se puede observar, es el esfuerzo de muchos ―el camarografo hizo un paneo capturando el movimiento febril de la gente embutida en ropa elegante haciendo relaciones.
Tan simple como sonaba, Enzo supo que era el día más importante de su carrera profesional. Sus ambiciones de alguna manera estaban cumplidas. Elevo el arco de sus lentes con el dedo índice. El silencio paulatinamente se hizo en sus oídos, solo escuchaba el tic-tac de su corazón. Abrió su agenda y se fijo como había marcado cada hoja con innumerables anotaciones, era una persona organizada y puntillosa. Se dio cuenta de las muchas, miles de citas, a las cuales no podría asistir. Alzo lentamente la cabeza y se quedo viendo el horizonte, su mirada traspasaba los gigantes muros del salón, cruzaba las calles, y se perdía en un minúsculo punto de luz allá en el infinito que pronunciaba impasible su nombre.

Las esclusas se elevaron y uno por uno los sonidos volvieron a poblar su cabeza. Fue cuando decidió obviar a la reportera, su maquillaje sobrecargado de rimel y base, la parafernalia mediática y buscar a Daniela. Por el micrófono alguien anunciaba el sorteo de unos pasajes de ida y vuelta a Camboriu.

Daniela estaba repartiendo trípticos con Jimmy y Christina. Enzo se acerco como quien tiene una buena excusa para interrumpir.
―Tengo en mi agenda que hay presupuestado cerca de quinientos dólares para un ítem llamado “otros” ―dijo.
―Son los fuegos artificiales ―se adelanto Daniela.
―¿Y la política de austeridad que tanto pregonamos? Vivimos momento de crisis.
―Podemos perder credibilidad ―aumento Jimmy.
―Tambien se pago la portada en Sociales VIP ―remato Christina.
―No puede ser que las frivolidades sean una prioridad ―dijo Enzo, conciente de que ni él se creia lo que decia.
―Y si te pones a pensar en lo que se gasto solo en decorar el salón ―dijo Daniela― acabas tirandote de los cabellos.
―Estos eventos son asi ―añadio Christina― noventa por ciento show y diez por ciento contenido.
Ahí estaba Enzo, una vez mas removiendo las ideas de sus compañeros, hurgando hasta donde podían argumentar. Disfrutaba de Christina reina del colágeno y la liposucción, Jimmy el tipo buena onda que no se complica con nada. Se aventuro aun más cuando dijo:
―Nos merecemos una buena farra.
Nadie se opuso, sino más bien todos se miraron con júbilo.
―Conozco un sitio genial cerca de aqui ―se apresuro a decir Christina.
―Yo los alcanzo ―diijo Daniela.― Tengo que entregar oficialmente los pasajes de Aerosur al ganador del concurso.

Anochecía. La gente comenzaba a retirarse. Enzo miro su reloj. Atrás quedaban los aplausos, abrazos, cariños, solo sentía la viva consigna de que ciertos sucesos dispuestos tácitamente por el destino son implacables en su ejecución. No lo atemorizaba el transcurso del tiempo, mas bien conforme el reloj impertérrito iba deshilachando cada segundo se deleitaba sorbiendo de a poco la fugaz espuma de vida que reinaba a su alrededor. La jornada fue fructífera. Gente importante le brindo su apoyo.
Se acerco a Daniela, le puso un papel en la mano y cerro sus dedos sobre el mismo.
―Es solo una nota de agradecimiento ―se animo a decir Enzo.― Mañana tendras tiempo de leerla.
Daniela sonrió mostrando cada una de las piezas de su perfecta dentadura.


Afuera, el cielo se encendía con la pirotecnia. Un viento calido mecía las copas de las palmeras que adornaban el frontis. Bajando las gradas del hotel, Enzo, Jimmy y Christina, observaron con detenimiento las estrellas de colores que explotaban en chorros de luz, salían disparadas en todas direcciones, soltando un agudo silbido en su trayecto. Enzo se quedo pensativo. De alguna manera el espectáculo de luces era el símbolo de su éxito.

Decidieron caminar hasta la avenida. Otra gente enterada de los planes de celebración se les unió, así que formaban un grupo mas o menos numeroso. Iban charlando, cargando sus maletines de hasta tres compartimientos, como si estos fueran una prolongación de sus manos.

Al llegar a la esquina vieron a un par de jóvenes exaltados haciendo ademanes. Estaban socorriendo a un señor entrado en años. No hacia ni diez minutos lo habían atracado con un arma quitándole sus pertenencias. La policía aun no aparecía y de ello los jóvenes alzaban la voz para comentar. La victima estaba sentada en el borde de la acera, un tajo en la frente, apenas protegido con un pañuelo era indicio de la gravedad del ataque.

Enzo respiro profundo pues le parecía que ese momento ya lo había vivido. Sin detenerse continuaron caminando. Nada podía estropear su merecido derecho a celebrar.

Los colegas de oficina cruzaron la avenida comentando el incidente del pobre hombre. Nadie se percato de que una camioneta se acercaba a gran velocidad. Se escucho el chirrido salvaje de las llantas frenando y luego un golpe seco. Los lentes se elevaron por los aires formando una parábola hasta caer en el pavimento y dar un leve rebote.


Santa Cruz, 26 de Mayo

6 Comentarios, insultos, amenazas

Por un Cuarto de Pollo (parte II)

13:25 by Pike

(Realice varias correcciones a la Parte I, recomiendo leer la Parte I y II de un tirón)

Tuve que dormir a sobresaltos, mis parpados parecían horadados, chisporroteos de luz no dejaban navegue mar adentro. Varado frente a una costa de incertidumbre el agua de las pesadillas comenzó a enroscarse en mi imaginación. Una mano gélida me tomo por la espalda y elevo por sobre mis heces, levitaba, finalmente liberado.

―¡Barrio de porquería! ―gruñí.

Y mis cabellos se fueron para atrás como si estuviera frente a un ventilador. Delante mió un precipicio, una cadena de montañas de hielo se extendía inabarcable, infinita, y de pie, al borde de un peñasco, cada palabra que vomitaba, volvía sobre mi convertida en manotazos de viento. Cerré los ojos. El fango negro mezcla de barro con aceite cubriendo la panza de las calles. Los puestos de venta enclenques, toldos de plástico extendidos sobre largos y angostos pasillos divididos por casetas. El bullicio de las ratas trabuscando en los enormes contenedores de basura atiborrados de desechos orgánicos. Telarañas de cables colgando de poste en poste. Nubecillas de moscas rodeando las cajas de tomate podrido. Todo ello danzaba frente a mí como un carrusel mortificante.

Hasta que apareció Mirna y su boca garabateada con lápiz labial, franjas de purpurina rodeando sus ojos de marsupial, el mentón anguloso y me pareció bella. Nos dimos un beso honesto capaz de obviar la furtividad del encuentro. Mi cuerpo junto fuerzas en un punto y se levanto mi hombría desperezándose como un oso hambriento que termina de invernar. Mirna se inclino y escuche el graznido de su boca intentando engullir mi gruesa verga enhiesta. Su cabeza era como un pistón que iba y venia. Y con cada arremetida, algo, un soplo de mi vida en forma de secreción se iba con ella. Intente apartarla, la sujete de los cabellos y tironee hacia los costados con mis endebles brazos, pero Mirna no cedía y mas bien su boca como ventosa quedo con mi verga dentro por completo y continuo bombeando, como si mi corazón pudiera palpitar lo suficiente para contrarrestar tal grado de excitación. La maldije por hija-de-putisima. Me arroje con los brazos extendidos hacia atrás y un torbellino de pepitas de sal escaparon de mis venas rumbo a mi verga, explote en un instante de sopor. El techo daba vueltas, giraba como una hélice. Mirna se aparto y pudorosa mostró sus dientes chuecos rebalsando una viscosidad burbujeante y blanquecina…. lívido por la vergüenza le di una bofetada esparciendo a lo lejos el contenido pecaminoso de su boca...

Abrí los ojos de un impulso y supe que estaba debilitado por la fiebre, turbado, con la lengua seca. Amanecía por fin. Aun resollaba como un asmático. Quise levantarme pero Mirna, sintiendo mis lentos movimientos, me detuvo.

―Tengo sed ―dije.

Fin

Viernes, 1 de Mayo.

5 Comentarios, insultos, amenazas

Por un Cuarto de Pollo (parte I)

6:12 by Pike

Era de noche y sentía frió, el taxi se detuvo en medio de la nada y solo se escuchaba el cascabeleo del motor diesel. La cabeza me zumbaba, por momentos una cortina lechosa cubria mi visión. El chofer prendió una lucecita y contó los billetes apeñuscados que le pase sobre el hombro. Mi condición de enfermizo se hizo patente, el aliento fétido era indicio de algún trastorno estomacal, devolvía un vaho avinagrado. A mi lado estaba la mujer de la calle, cuyo nombre no paraba de repetir mentalmente como un mantra: Mirna. Sentí que el viaje había sido largísimo de un extremo de la ciudad al otro. Los pozancones de las calles me despertaron, el continuo brinqueteo termino por romper mi frágil sueño. Tome la bolsa de comida y bajamos del taxi, Mirna me agarro de la mano, como quien guía a un ciego. El barrio estaba oscuro, la débil luz de un poste al final de la calle de tierra dejaba ver los contornos sinuosos de las casas rusticas a medio terminar, empotradas unas sobre otras. Descubrí que la zona sirve como estacionamiento a los camioneros, gigantes chatas franqueaban las calles a ambos lados. Se veían siluetas descargando bolsas sobre ramplas empinadas de subida o bajada. ‘¿Dónde fui a parar?’, pensé. Cada pegunta que formulaba y eran muchas, arrancaban un pedazo de mi huidiza memoria.


Caminamos un buen trecho, esquivando lagunas de barro, hasta que llegamos a un descampado, que en otro momento serviría como cancha deportiva, pero como había llovido horas antes, era solo un inmenso lodazal. Lo circundamos y entramos por un pasillo, Mirna me indico silencio cruzando un dedo frente a la boca. Abrió con cuidado una pequeña reja destartalada, se escucho el gruñido de un perro, Mirna se apresuro a tomarlo por la cabeza y pasarle la mano por su hocico, el raquítico perro comenzó a lamerla soltando pequeños aullidos.

―Pasa rápido antes que alguien se despierte ―grito en voz baja.

No pude, me tome el pecho y comencé a toser. Algo atenazaba mi respiración. Mi cabeza retumbaba con cada estertor. Alce la mano en señal de impotencia, hasta que doblado por el dolor, de a poco un flujo de aire fue llegando a mis pulmones.

Al final entre por una hilera de cuartos enanos hasta llegar a un depósito al fondo, apenas iluminado. Mirna cerró la puerta detrás mió. El lugar estaba lleno de bolsas de carbón y latas de manteca apiladas en columnas. A un lado, un colchón de paja era el único indicio de que alguien dormía ahí. Nos sentamos en el colchón, Mirna acerco una caja de cartón y puso la bolsa de comida sobre la misma. Me miro como pidiendo permiso y abrió la bolsa sin perder tiempo. Mientras comía casi con desesperación, metiéndose a la boca la carne de pollo y el arroz al mismo tiempo, recién pude observarla con detenimiento. Estaba descalza con los pies mugrientos, vestía un pantalón de franela sujetado a la cintura con un pedazo de soga y una polera con el cuello tan ancho que se le veían las clavículas. Largos mechones brotaban de su cabeza como un helecho. En su rostro de pómulos huesudos su mirada ojerosa aun guardaba cierto brillo.

Se escucharon los pasos de un gato cruzando el techo de calamina.

―¿Por que tiemblas? ―pregunto.
―Tengo mucho frio ―musite.

Pese al intenso calor del encierro de la habitación sin ventanas, sudaba a chorros y no paraba de moquear. Acostado, un continuo pálpito en la sien me indicaba que debía hacer lo correcto. Me anime y comente:

―No recuerdo por que estoy aquí.

Por primera vez Mirna sonrió y se le formaron hoyuelos en las mejillas. Su boca aceitosa resplandecía en la penumbra.

―Yo tampoco lo se ―dijo y con ello me colmo de espanto.

No sabía si bromeaba y preferí guardar silencio. De nuevo volvió a faltarme el aire. Esta vez mas calmado, intente aprovechar cada molécula de oxigeno. La vista se me nublo y cerré los ojos entregándome a la oscuridad provisoria. Rebasado por el miedo, llene de mierda mis pantalones, tras lo cual cierto alivio atisbo finalmente.

Sentí la mano de Mirna palpando mi frente, luego friccionándome el pecho. No lograba distinguir lo que decía, su voz era un siseo demasiado tenue como para intentar descifrarlo. Me tomo por la cabeza y acerco un vaso con agua, que bebí de un trago.

Sentía la constante picadura de mosquitos, mi mandíbula, un par de castañuelas brincoteando. Comencé a hacerme preguntas tontas: ¿Quién era?, ¿Cuál era mi nombre? ¿De que vivía? Y ciertamente no lograba responder.

(Continuara)


Santa Cruz, 29 de Abril.

1 Comentarios, insultos, amenazas

La Deuda

22:55 by Pike

El abultado culo de la puta causo tal estrépito al caer sobre la mesita colmada de botellas y vasos, que se escucharon carcajadas, chiflidos en todo el patio, algunos hasta se pararon y aplaudieron. Estaba borracha bailando frente a sus clientes cuando al parecer se le rompió el taco y se fue para atrás. El incidente distrajo un poco la discusión que tenia con Paúl, pero lo jale de la camisa.

-Necesito mi dinero –insistí.
-¿Será que antes no podemos compartir unas cervezas? –respondió con los ojos brotados y la boca desencajada.

Mire alrededor nuestro, buscando una buena excusa, pero solo había sórdida diversión, y deje que pida el último par de cervezas. Serian como las nueve de la noche y tenia menos de una hora para volver con el dinero. Alguien en el comercial Chiriguano me dijo que Paul estaba en la Casita Blanca, así que tome un taxi y llegue tan rápido como pude. La Casita Blanca es un putero sobre el Segundo Anillo, a lo diagonal del Parque Urbano. No hay nada afuera que llame la atención o indique que es un lenocinio, excepto su barda blanca y el guardia a la entrada. Por dentro esta pobremente acondicionado para atender a la tropa machorra que viene a distenderse. Comparado con otros boliches del rubro, la Casita Blanca tiene precios módicos y atractivas mujeres, debe ser por eso su popularidad. Como era Sábado el lugar se estaba llenando, nos ubicamos en el patio acomodados sobre un sofá curtido de viejo que hedía a esencia de grosella. Por lo menos corría un poco de viento. Me tenía traumado el hecho de que entre las putas creí haber reconocido una amiga de la infancia.


Paul estaba a besuqueos con Samantha, una rubia teñida rolliza, vestía un enterizo negro que le llegaba hasta el muslo, es bajita y caderuda. Había como una treintena de personas entre hombres y mujeres, pero la diferencia se iba incrementado a favor de los hombres que es cuando el putero se vuelve insoportable por los borrachos, las peleas, la bulla. Aun así distrae. Samantha levanto la mano, pidió más cerveza y un trago de Amarula para ella.

-No más cerveza –la detuve tajante.
-No seas apático –respondió, y añadió hecha la simpática-: Te voy a llamar una amiga para que se te vaya el aburrimiento.
-No gracias –dije.
-No te preocupes, todo ya esta pagado –añadió Paúl balbuceando.

Mire con desdeño la canastilla de cerveza prácticamente llena al lado nuestro. Estaba levantándome cuando unos brazos llenos de manillas me toman por el cuello. Una nubecilla de una fragancia chillona me envolvio.

-Hola, soy Marioly –dijo la voz chillona que venia de una figura curvilínea, sobrecargada por delante y más bien escuálida por atrás. Me presente y en ese instante alguien me paso un vaso de cerveza. Lo puse sobre la mesa y pregunte quien lo sirvio.

-El mesero –musito Paúl sin saber a quien respondía.

Levante la mano llamando al Guardabosque –así le dicen al mesero- es un tipo chato, cabello hirsuto con la cara plana, se me acerca y le exijo que destape las botellas en la mesa, nosotros nos servimos. Samantha y Marioly cuchichearon.

-Estas con la perseguidora –comento Paúl y dio un saltito por el hipo.
-Solo quiero salir entero de este lugar –respondí.
-Mierda, ni que fuéramos pildoritas –retruco Marioly y soltó una carcajada.

Desde la sala una rockola tronaba música popular del norte de México, me senté de nuevo, Marioly se puso a bailar frente a mí. El piercing en su ombligo me hacia guiños. Alce la mirada, sus enormes pechos brincaban al unísono, queriendo escapar del escote, se descolgaban y volvían a su sitio. Invitaban al cobijo, un pesebre de ubre donde apoyar mi conciencia mancillada con tantos problemas, pensé. Me asaltaron los deseos de abrazarla, renunciar provisionalmente a mi estado civil y dejarme llevar por la algarabía del momento. Un cosquilleo comenzó a bajar por mi espalda.

-Tengo crédito aquí, si queres hace pieza –dijo enfático Paúl, intento pararse y sacar algo de su bolsillo pero no lograba tenerse en pie y se desmorono en el sofá.

Fiel a mi voluntad de correr riesgos innecesarios, tome la mano de Marioly y la trence con la mía, la mire a los ojos, los tenia alicaídos, sus pómulos rojizos me indicaron que estaba chispeada. Estaba en esos alcahueteríos sentimentales cuando de golpe la música se detiene y se escucha por los parlantes que se buscaba al dueño de un Toyota Levin amarillo, matricula SCH-438. Era el auto de Paúl, lo tome por el brazo pasándolo por mi hombro y nos dirigimos a la puerta. Supuse estaba mal parqueado y había que moverlo. Afuera, para terminar de consternar mi ánimo, un policía del PAC nos esperaba, hizo algunas preguntas acerca de la movilidad, abrimos el maletero, nos pidió documentos. Estaban haciendo una redada y las características del auto coincidían con las de una denuncia, pero era evidente que nosotros estábamos en otra joda, así que el oficial simplemente nos advirtió que nos retirásemos del lugar pues la redada se estaba extendiendo por algunas rotondas del Segundo Anillo y era posible que nos vuelvan a detener. Hasta eso un grupillo de curiosos se acomodo alrededor nuestro escuchando con detenimiento lo que se decía. Mas bien Paúl no abrió su boca sino para denotar su hipo. El policía subió a su moto y partió.

Se me acerca el Guardabosque y me indica que faltaba pagar la cuenta. Se debían algo como setecientos bolivianos. Me caí de culo yo también. Paúl solo tenía seiscientos, sin tomar en cuenta los cien dólares de la deuda. Me moleste de verdad.

-¿Cómo se supone que me vas a pagar? –lo increpe- si ni siquiera tenes para la cuenta.
-En mi oficina de seguro arreglamos –dijo- mas bien préstame hasta que lleguemos.

Paúl es prospero en los negocios pero no es el tipo de hombre que se sacude los pies antes de entrar a su casa. Tuve que poner de mi plata y evitar un escándalo. Le quite las llaves del auto y lo subí a empujones, el muy decidido quería manejar siendo que estaba ebrio. Al cerrar la puerta del acompañante note que una joven salía de la Casita Blanca con un tipo, por la forma de caminar, el perfil de muñeca Barby casi atine a llamarla por su nombre, pero dije:

-No, no puede ser ella.


Santa Cruz, 22 de Abril.

3 Comentarios, insultos, amenazas

Un Viernes no tan Santo

19:48 by Pike

Carolina toco mi timbre a eso de las nueve de la mañana, previo envió de mensaje de texto, y tras que abrí la puerta y vi su sonrisa fruncida me acorde que no tenia mucho efectivo. Lucia desvelada, los ojos rojos, su corto cabello ceñido por el gel en algo acomodaba su rostro abotagado. Vestía una falda corta kaky y camiseta, una carterita de cuero cubierta de tachas colgaba de su brazo, una pinta bastante casual. Como era Viernes Santo y regia un feriado nacional decidí aprovecharlo para limpiar mi apartamento. Nos saludamos con besos en la mejilla sin decirnos nada, Carolina entro casi arrastrando los pies, miro a su alrededor como reconociendo el lugar y se sentó en el sofá. Le ofrecí un té de manzana, me miro a los ojos y asintió. Puse la caldera en la hornilla, me senté a su lado luego se hecho en mi falda y comencé a ensortijarle el cabello. Entonces me contó que había terminado con Josué, la pelea había surgido a raíz de que Josué se fue a Buena Vista con amigos de su comparsa dejándola plantada en la ciudad. Discutimos un buen rato de los por menores de la relación. Una vez mas le di la razón en todo ¿Acaso no es mi costumbre escuchar sus trágicas pataletas?


Tome un montón de ropa, salí a mi pequeño patio, y la metí en la maquina de lavar. Desde la cocina Carolina me preguntaba a gritos por el azúcar. Estaba irritante, mas que en la ultima visita, hoy era Josué, pero antes fue Marco, Diego, Carlos, Eduardo y antes cualquier vividor que la tomaba por un rato y ya. Agregue el poco detergente que me quedaba y deje funcionando la maquina. Entre con escoba y basurero y comencé a barrer el cuarto, Carolina sorbía de la tasa de té.

-Mierda –me dijo- cuando vuelva Josué te juro que si me busca voy a estar bien lejos. No le aguanto una mas de sus pendejadas. Prefiero hacerme la loca y revolcarme con cualquiera, pero este no me toca un pelo más.

-Esta bien –le dije.

Y la mire de reojo de pies a cabeza, la verdad tenia algo de celulitis y la pansita abultada de quien disfruta churrascos y chicha de maní, pero estaba maciza, llena de vida pese a sus innumerables quilombos sentimentales.

-No son celos lo que siento –dijo pensativa- así que esta vez con la cabeza fría se que puedo apartarme sin llegar a extremos.

Sonaba determinada, envalentonada pero Carolina es así. Sobrevalora las relaciones, las idealiza, no ha superado el mito de la Cenicienta: para ella, hasta que se demuestre lo contrario, todos son príncipes azules castos e impolutos. Carolina entro al baño de tres zancadas y desde ahí seguía renegando, hasta que escuche sollozos. Me preocupe y toque la puerta, salio y me abrazo por el cuello.

-Te juro que no lo vuelvo a hacer –musito. Apoye la escoba en la pared y la tome con ambos brazos.

Le propuse hacer Cinecama. Así que nos fuimos al mercado Mutualista, compramos una película de suspenso, helado y nachos. Nos despejamos un poco en el paseo, el mercado no estaba atestado como es habitual así que pudimos escoger lo que necesitábamos sin atropellarnos con la gente en los pasillos. A la vuelta Carolina me ayudo a terminar de sacar la basura, vaciamos los basureros del baño, mi escritorio y la cocina. Termine tendiendo la ropa y Carolina lavando el servicio. Después nos echamos en la cama algo hiperventilados por los quehaceres, puse la película que no estaba mala pero a la media hora apartamos las bandejas de comida y nos dormimos extenuados.

Seria como el medio día cuando unas voces y gritos como rayando un vidrio con una moneda que venían de la televisión, me despertaron. Me había dormido profundo, así que la modorra era grande… pero más grande era el bulto que tenía crecido entre las piernas y que parecía en cualquier momento iba romper la tela de mi bermuda como un alien lujurioso. Observe que Carolina estaba recostada de espalda con las piernas recogidas y el rostro de un lado, un hilo de saliva le caía por la orilla de sus labios, me acerque y lo lamí, recogí ese chorrito cristalino y lo deposite como un beso ligoso sobre su boquita entreabierta. Me acerque a su cuerpo intentando no despertarla. Le acariciaba la mejilla y pensaba que siempre que terminaba con alguien, la muy desgraciada llegaba y me alborotaba la pija, el corazón, las entrañas. ¿Cuántas veces no le ofrecí una relación estable, respeto y compromiso? No muy lejos estaban los días en que la acompañaba de boliche en boliche esperando caiga en cuenta de mi fidelidad y entrega pero Carolina siempre prefirió los chicos malos, los tipos agrestes, frívolos, que la manipularan a su antojo. Es entreguista, le gusta mimetizarse entre gente superficial, fanática del flash, de posar con sonrisas fingidas para las innumerables revistas de sociales. Pero acostada, durmiendo casi en posición fetal develaba su inmensa fragilidad.

Carolina percibió que estaba cerca de ella, dio varias vueltas como acomodándose, y quedo con la falda levantada. Mis retinas se dilataron por completo: recorrí sus piernas, al final una tanguita transparente bastante escotada formando un paño triangular, yacía mansamente sobre su pubis apenas depilado. Me acerque con cuidado al promontorio y ello supuraba un tenue olor mezcla de goma y jabón, que dulzura pensé. Nervioso, pues me parecía que Carolina se estaba haciendo la dormida, me levante bruscamente de la cama, apague la televisión y me hice el que buscaba mis sandalias, siendo que las tenía puestas.

Al rato Carolina se desperezo, me pregunto la hora y comenzó a quejarse de la comida, el helado muy cremoso, los nachos muy salados. A la mierda dije, ahora de seguro me sale con una famosa dieta que debe seguir y que por mi culpa pisoteo sin remordimientos. Estaba aburrido por la siesta inconclusa. Metí algo en mi bolsillo y salimos a la calle en dirección nuevamente del mercado, mi excusa era que debía comprar una bolsa de detergente. Después Carolina empezó el ritual de siempre, alguna necesidad la apremiaba y requería un prestamo de dinero urgente.

-Tengo que inscribirme a la universidad –me comento.

Nos acercamos a un cajero automático, ingrese la tarjeta de debito y saque cincuenta dólares. ¿La anterior vez habían sido cuarenta? No importaba, solo quería verla tranquila. Carolina metió el billete en su cartera, sonrió y me dijo:

-Sos un ángel!!


Santa Cruz, 14 de Abril.

3 Comentarios, insultos, amenazas

La Noche Escabrosa

11:28 by Pike

A Ti, por insolita.


Solo recuerdo los labios de Mariela chupando los dedos de Yerko con desalmada excitación, el tapiz marrón del asiento lleno de orificios por quemaduras de cigarro, la luz pálida del celular filmando lo que sucedía. Las piernas espigadas de Mariela con la bombacha hasta las rodillas. Yo mordiendo los hombros de Mariela, quitándole con los dientes el sosten. Los vidrios empañados. La corriente fría del aire acondicionado, secando el semen de la punta de mi pija. Yerko bajandose los pantalones, desabrocho el cinturón, se quito el reloj. Los empellones de Yerko contra las caderas de Mariela, los gemidos, los grititos entrecortados, la respiración ruidosa. Los tres haciendo muecas y saludando a las cámaras de seguridad del estacionamiento. Mariela estrujando sus pechos en mi boca. La desesperación de Yerko por abrir un preservativo, luego por ponérselo. El piso lleno de latas, botellas, cigarros. La voz empalagosa de Daddy Yankee saliendo a borbotones de los parlantes. El chirrido de los resortes del asiento.


Una pija erguida con las venas brotadas blandiéndose frente al rostro impávido de Mariela, la boca de Mariela intentando asir con su cavidad todo la pija, sus dedos rasguñando los pectorales de Yerko. La luz enceguecedora de una linterna, dando vuelta al auto, los ladridos de un perro. Un guardia golpeando con sus nudillos el parabrisa. Mis boca rodeada de bello púvico, mi lengua abriendose camino entre las nalgas rechonchas de Mariela. El mismo guardia golpeando con la palma de su mano el techo. Los gritos de júbilo de Mariela, su cabello largo azabache, salpicado de semen. Los tres haciendo mosh. Una mano tironeando la blusa de Mariela, otra debajo de la falda invadiendo su puvis, Mariela babeando mi cara, mordisqueando mis labios. Botones zurcando el aire. Dientes blancos brillando en la penumbra. Yerko sacudía mi pija, me masturbaba, intentaba metérsela a la boca. Los vecinos del condominio comenzaron a llegar a la planta baja, murmuraban, con las manos en la boca. La alarma de un auto sonaba. Una mujer de ruleros y bata llorando, varios señores con la mirada como carbones encendidos, un niño apuntaba su brazo en dirección nuestra. Mi dedo buscando acilo en la concha húmeda de Mariela. Yerko mostrando su trasero a la gente. El guardia jalaba la chapa sin exito, golpeo con su linterna el vidrio de la puerta. La gente lo animaba a romperlo. La cabeza gigante del mastin napolitano, su collar con puntas. Mi pija desgonzada entrando en la boca tibia de Yerko. Mariela con el rimel corrido, las uñas quebradas, chascosa, pateando con sus botas el asiento de adelante. Los restos de una botella de whisky derramándose sobre mi cabeza. El vidrio de la puerta cayendo en miles de astillas. Mi mente elucubrando otras posiciones. El brazo uniformado del guardia abriendo la puerta trasera. Los tres nos derrumbamos al suelo, con el torso descubierto, riendo a carcajadas. El perro chorreaba espuma por las comisuras de tanto ladrar, jalaba de su cadena desesperado. La noche escabrosa cerrando su puño.


Santa Cruz, 5 de Abril

5 Comentarios, insultos, amenazas

Lo confieso: estuve en el Miss Santa Cruz

10:07 by Pike

La otra noche un amigo fotógrafo, Eduardo, me llamo por teléfono para que lo colabore a cubrir “un importante evento social”. Como ese rato me había discutido por el control del control remoto con mi valluna bravucona y estaba trompudita, decidí acompañarlo. Grande fue mi sorpresa cuando acabe entrando al salón de la Feria Exposición al Miss Santa Cruz. Llegamos como una hora antes de que el show empiece. Así que había mucha gente, entre ellos, modelos, técnicos, personal de seguridad, auspiciadores, a correteos “ultimando detalles”. De entrada el escenario me pareció precario, parecía un teatrino con esteroides. El numero treinta dorado en gigante en el fondo estampando los fructuosos años de Promociones Gloria en el negocio de lucrar con traseros de alto vuelo. La pasarela era bastante corta, lo suficiente para que entre en el cuadro de las cámaras de televisión. Un arco de luces, como entrada de feria, era el marco del escenario. Por televisión todo se veía mucho mejor, gracias a las luces que toman otra forma como adiamantadas a través del lente de la cámara. El lente también hace ver más grande el escenario. En realidad todo el montaje esta hecho para la televisión. El publico presente solo cuenta como extras que meten bulla y vitorean. Y pagan sus entradas para ello.


La gente comenzó a llegar en grupos grandes media hora antes del comienzo del show. Las mesas y sillas estaban cubiertas con manteles blancos. Sobre las mesas, una fotocopia de la carta y un abanico de ofertas en catalogo de los auspiciadotes. Llegaban grupos en familia, parejas, o amigos. Nadie vestía casual, más de un ridículo creía que estaba asistiendo a la premiación de los Oscar… y que iba ser nominado!!! Eduardo me señalaba con su ojo de fotógrafo las lentejuelas mezcladas con tela, los trajes a raya, la bijouteria recargada, el maquillaje circense, una asquerosa fauna variopinta que abusa de la moda a ultranza. Incluyendo la señora Gloria Limpias que a sus cincuenta y pico años llego de pantalones blancos ajustados que delataban su vomitiva ropa interior, una mezcla de enaguas con tanga, fue horrible!!! fue horrible!!! (Mas tarde, a la hora de subir al escenario a recibir elogios por su aniversario, lucio un traje formal)

El show empezó cuando terminaba la telenovela del horario estelar, a eso de las diez de la noche. Salieron las misses, desfilaron e hicieron una sencilla coreografía de acto cívico de colegio fiscal. Se escucharon por primera vez los aplausos y las manos gigantes de cotillon flameaban en lo alto apoyando a una u otra candidata. Me llamo la atención un grupo de mesas cerca del escenario que sacudían largos globos multicolores en forma de chorizos, tal cual símbolos falicos animando a las candidatas. Media hora después de videos en exteriores, publicidad, mas videos y de nuevo publicidad, las misses volvieron a salir en traje de baño, retorciendo sus cinturas y meneando la cabeza como esas mascotitas que los taxistas o micreros ponen sobre el portaguantes de sus bólidos. Desfilaron en traje de gala, luego llego la ronda de preguntas, muchas titubearon, la mayoría lo hizo bien. El cirujano estético Burgos como parte del jurado me pareció una bofetada, el que promueve la falsificación, negocia con la inseguridad de las personas, receta cirugías como recetar aspirinas, ha montado la primer fábrica en serie de silicona y narices respingadas en este pueblo, ¿juzgando la belleza? Hágannos el favor.

Ya se acercaba el momento culminante del show y Eduardo me hizo notar la extrema seguridad que había en el recinto. Se trataba de evitar que algún canal de televisión de la competencia filtre sus cámaras. Nosotros estábamos apostados con nuestro trípode a un lado del salón, casi atrás, al lado izquierdo. Y justamente detrás de nosotros estaba una locutora y un camarógrafo de la red UNO filmando clandestinamente. Prácticamente estaban detrás mió. Conversamos acerca del trabajo sucio de exponerse a que los de seguridad te quiten la cámara o la cinta. Nos reímos un rato sobre los gajes del oficio. La sonrisa se nos borro cuando apareció un encargado de Unitel, un jefe de prensa, y nos pidió nos retiremos del lugar. Tuve que explicar que no estaba con ellos y ellos a su vez tuvieron que explicar que no estaban registrando imágenes. Algo difícil de ocultar cuando se carga una cámara Cannon de cinco mil dólares.

Estábamos en esas idas y venidas cuando anuncian el nombre de la ganadora, un griterío inundo el salón, la algarabía inflo el recinto como un zeppelín. No podía ver nada, todo mundo se paro y levantaba las manos, comenzaron a entrar los canales de televisión con sus equipos y personal. Los cañones bombardeando papel picado al aire terminaron por cortarme la visual. En menos de un minuto las luces generales se prendieron y la gente comenzó a salir. Fue cuando vi de cerca a las modelos despampanantes y gente de la farándula que siempre habia visto por televisión. Los inmaculados. Estaba ahí rozándome con esa elite de plastofor. Famosos solo hasta el Cuarto Anillo de la avenida Banzer. Hice peripecias para acomodar el equipo sin golpear a nadie. Era mas de la media noche, alce mi bolsón y Eduardo me hizo recuerdo de unos famosos pacumutos de giba sobre la Mutualista.

Al fondo una dulce melodía que sonaba como una retreta de plaza, nos despedía de la “mágica” noche.


Santa Cruz, 04 de Abril.

5 Comentarios, insultos, amenazas

El Aljibe

21:11 by Pike

Caminaba apurado por una calle del casco viejo, con papeles bajo el brazo pues debía concluir unos tramites y sobre la acera me cortan el paso unos enormes troncos que estaban sosteniendo la fachada de una tapera a manera de bastones gigantes. Me irrite por la falta de consideración al peatón, semejante obstáculo siendo tan transitada la cuadra. La molestia se disipo cuando cruce la acera y me fije detenidamente: la fachada estaba por completo fracturada, largas grietas zigzagueaban su cintura, los marcos de las ventanas podridos, el techo desfondado y las tejas alfombradas de musgo. Debía considerar la antigüedad de la construcción y el abandono en que yacía. La casa no estaba siendo demolida, simplemente se derrumbaba a pedazos por cuenta propia, a la intemperie, en un lento pero seguro devenir, a la vista de todos. Cada bocinazo, cada transeúnte con prisa, la desportillaba un poco más. Me intrigo cuanto tiempo mas podría estar de pie. Decidí espiar. La puerta estaba desvencijada, le colgaba una aldaba herrumbrosa, solo tuve que empujarla un poco y cruce el vano. Dentro, el piso de ladrillo me hizo recuerdo a otro piso de ladrillo de mi infancia. Camine entre montículos de tierra y hierba, no paraba de sacudir el aire frente a mi, pues las paredes descascaradas soltaban un polvo fino que flotaba perenne. En algún momento tuve que protegerme la nariz con un pañuelo. Pase a una habitación cuyo techo tenía un enorme agujero, al acercarme y observar, algunas palomas alzaron vuelo desde el tumbado. Me asuste. Sentía estaba menoscabando la agonía de un enfermo terminal.


Llegue al traspatio donde logre divisar entre una maraña de enredaderas y helechos la curva de un aljibe. Me pregunte cuando fue la última vez que lo utilizaron. Rodeado de tanto abandono el aljibe parecía el vaso comunicante con el pasado de la casa. El ultimo reducto de dignidad. A mí alrededor solo pude contemplar escombros: el esqueleto oxidado de una bicicleta atravesado entre los restos de un ropero, al lado, un colchón despanzurrado servia de madriguera a un gato. Mosquiteros, tela milimétrica, arcos de mampostería, vasijas de plástico, un catre, azulejos de baño, masetas de cerámica, una jaula vacía, canaletas, un sombrero de fieltro, un baúl, una bacinilla, un justan, revistas y periódicos, esteras, un ventilador, cortinas, los fierros de una cocina, bolsas de estuco, una mampara, tarros, un caballete, botellas de vidrio, todo apilado en una enorme montaña de basura salpicada de lodo.

Estuve como media hora haciendo una lista mental de las cosas que vi. Ajuste mi corbata y regrese a la calle.

Santa Cruz, 1 de Abril

1 Comentarios, insultos, amenazas

El Perdon

15:37 by Pike

Quienes me ven ahora, flaco y amarillento, no saben que antes era gordo y macizo. Disfrutaba de las comidas bien servidas, abundantes en carnes. Bebía cerveza con regularidad, gastaba dinero sin medida y no rendía cuentas a nadie.

Pero todo cambio cuando empezaron las pesadillas. Despertaba a media noche empapado en sudor y temblando, en la pesadilla perdía el control sobre mis manos y amotinadas intentaban estrangularme. A lo largo de varias semanas el mismo sueño aciago volvió a repetirse. Comencé a dormir mas tarde, darle vueltas a la cama, hasta que el insomnio comenzó a hacer mella en mi rutina. Cierta noche en el alba me acorde de Celso Urquidi, la humillación que sufrió y en la que participe quizás con mas encono.


Trabajo como encargado de almacén de una cadena de supermercados, mi oficio es delicado, pues debo hacer cuadrar aquello que entra al almacén con aquello que sale. Ni una brizna de polvo se escapa de ser inventariada. Tengo más de veinte personas bajo mi responsabilidad. La falta de sueño comenzó a afectarme pues no podía lidiar con mi carácter aburrido y de por si irritable y perdía la concentración con mucha facilidad.

Comencé a buscar ayudar. Un amigo me dio la receta de unas pastillas que por un tiempo me hicieron dormir como una piedra. Pero me levantaba zombi y perdía el control sobre mis actos. Mi madre no quiso recibirme, nuestra relación era muy difícil, siempre le eché la culpa de varios de mis fracasos y ella solo aparecía para cobrarme una antigua deuda sobre una casa en anticretico que nos repartimos mi padre y yo. Fue mi padre, justamente, el que me recomendó visitar un circulo de conocidos que practicaban cierta espiritualidad. Acabe yendo al lugar. Se reunían todos los jueves en un salón improvisado que de día funcionaba como tienda de decoraciones. La tienda era de uno de los miembros de la congregación.

Hable con varios antiguos de la congregación, cada uno en diferentes palabras me dijo lo mismo: “debes buscar el perdón de tus faltas”. Participe de las reuniones por un tiempo, me servía para distraerme y ganarme la indulgencia de algunos. Mi vida desordenada continuaba, gastaba mi dinero en costear borracheras con colegas y mujeres. Una noche llegue exhausto a mi departamento y me miro al espejo, enormes ojeras colgaban de mis pómulos, estaba canoso y por lo menos aparentaba diez años mas de los que en realidad tenia. Esa noche sufrí una revelación, lo que le sucedido a Celso Urquidi fue mi culpa, solo mía.

Ni bien despunto el sol intente ubicar a Celso Urquidi, necesitaba hablar con el. Pero era como si hubiese desaparecido de la ciudad. Me dieron datos contradictorios sobre su residencia y trabajo. Toque decenas de puertas buscándolo, en cada una de ellas deje una nota pidiendo me llamen si lo veían.

Intente rehacer mi vida con esmero, volví a asistir a la congregación, comencé a poner en practica ciertos valores, pero las pesadillas continuaban y me quedaba en vela esperando el teléfono suene.

Un día después del trabajo se me acerca un tipo alto de cabello lacio y rostro apacible y me dice que sabía de alguien que conocía el paradero de Celso Urquidi. Le hice caso, tome nota de la dirección y sin perder tiempo me fui a su encuentro. Era una noche fría, todo el día había estado lloviendo, y un fuerte viento del Sur se instalo en la ciudad. Recorrí las calles lodosas de un barrio más allá del Séptimo Anillo. Llegue a una casa humilde, techo de calamina y bardas sin revocar. A ambos lados de la casa solo había lotes baldíos, afuera un foco se balanceaba de un lado a otro. Una mujer de trenzas blancas y caminar lento salio a recibirme, se acerco y sin mayores trámites me dijo:

-Celso esta muerto.

Sus agrias palabras fueron la fuerza que soltó mi torrente interior. Pues llore desconsoladamente, arrase con mis lagrimas, cada una al caer, fue devolviéndome liviandad. Después de un rato, era un amasijo de arrugas, un palo de escoba con camisa.


Santa Cruz, 29 de Marzo.

2 Comentarios, insultos, amenazas

El Cielo Protector

6:16 by Pike

(En recuerdo de The Sheltering Sky de Paul Bowles)

Detuve el auto al borde de la calzada, Nathalia abrió la puerta con premura, saco la cabeza por encima del resto de su cuerpo y vomito todo el Fernet con coca que bebio. Regurgito como tres veces hasta que le pase varios pañuelos desechables. Eran como las cuatro de la mañana de un Martes en Equipetrol Norte. Baje de volumen la música, me estire con ambos brazos para ayudarla a recostarse. Nathalia no tenía por costumbre beber, aun así había resistido mas de dos botellas de Fernet. Lo primero que dijo cuando se repuso es que la iban a matar en su trabajo, pues tenía que presidir una junta, presentar cierto informe y todo ello iba suceder en el transcurso de las próximas seis horas. Le ofrecí llevarla a descansar, pero se negó. Me tomo la muñeca con firmeza y musito que necesitaba un rato de esparcimiento. Estaba cabreada del trabajo en la oficina.


Conocí a Nathalia en un curso de capacitación sobre atención al cliente. Desde el principio me pareció una chica jovial, emprendedora y muy metódica. Nunca me imaginaria que detrás de esa fachada de mujer independiente y ejecutiva a los treinta, se escondía alguien soberanamente sensible. Nathalia es delgada, de caderas anchas y cabello rizado, su mirada posee el don de la benevolencia. Siempre que te mira, sabes que esta dispuesta a escucharte.

Pero esa noche en Equipetrol el que la escucho fui yo. Nathalia se desahogo con parsimonia. Hablaba haciendo dibujos en el aire, se tomaba el cabello y lo colocaba de un lado y luego del otro. Prendió un cigarro luego prendio el siguiente. Cuando se dio cuenta que estaba cabeceando de sueño, me propuso una idea. Bajamos del auto y tomados de la mano, nos echamos en el asfalto. Al principio temí que un auto nos arrolle, pero al ver el entusiasmo de Nathalia, me cague en todo. A un lado de la jardinera, nos quedamos viendo las estrellas, acostados en medio de la avenida. El ejercicio de relajación consistía en mirar al cielo fijamente, hasta que este comenzase a mostrar un degrade de colores. Pero solo había oscuridad y estrellas titilando. La noche se puso fresca, el calor del asfalto nos mantuvo cómodos.

Y pensé: ¿Era acaso posible, mirando el cielo, escapar de las luces de neon, los bocinazos, los saludos fríos en los pasillos, la mirada ampollada de los indigentes, el caos del trafico, los discursos pomposos, las montañas de llantas usadas, las gigantografias multicolores, los edificios presuntuosos?

Si, por un instante el cielo protector nos mantuvo flotando en sus manos mientras contemplábamos su infinita majestuosidad. Mas de un guardia hacia su ronda y nos miraban con curiosidad, pasaban los autos y detenían la marcha como respetando nuestra postura zen. En mucho tiempo no me sentí tan conectado con algo como esa noche. Por un rato olvide mis problemas, el efecto debió ser el mismo en Nathalia pues cuando gire la mirada para observarla estaba sonriendo placidamente.

Santa Cruz, 27 de Marzo.

4 Comentarios, insultos, amenazas

Mi Primer Beso

7:34 by Pike

Mi primer beso con un hombre fue espontáneo, tierno, pero mas que todo fue un secreto que guarde por mucho tiempo. Hasta hoy. Aquellos que me conocen los entiendo si sufren una decepción, los que no, es problabe que solo les provoque indiferencia y quizás cierta animadversión. En todo caso me refugio en un supuesto anonimato para relatar lo que por mucho tiempo fue una experiencia importante en mi desarrollo como persona.


No fue a lo Brokeback Mountain, tan apasionado y trágico. Esto fue mas bien casual, quizás por joda, quizás por curiosidad. Sucedió en mi auto, estaba amaneciendo, veníamos de una fiesta y claro, estábamos borrachos, pero no le voy a echar la culpa al alcohol. Si bien influyo en cuanto nos ayudo a desinhibirnos, la verdad es que un bello amanecer puede inspirar experiencias desaforadas. Un refulgente tamiz de gotas de agua cubría la ciudad, el sol despuntaba brioso entre un racimo de nubes albinas. Canturreábamos una pieza de Coldplay, Dionisio, así lo llamare, me abrazo para que nos tomemos una foto. Saco su cámara y comenzó a manipularla con cierta torpeza. Le dije que estaba conduciendo, en otro momento. No se detuvo y se acerco lo suficiente como para salir en el recuadro. Detuve la marcha y me parquee al lado de una hamburguesería sobre el Primer Anillo. La gente del boliche nos tiro una ojeada. Estaba por abrir la puerta cuando sentí un jalón del cuello, luego fueron sus labios húmedos los que hicieron el resto. Por un momento pensé que solo seguíamos abrazados, que era una broma, pero al sentir su lengua trenzarse con la mía, supe que estaba involucrado. Cerré los ojos y me deje llevar por la euforia del momento. Debo admitir que nos besamos mas de lo prudente, mas de lo que las miradas de los comensales, transeúntes, curiosos, pudieran permitir de un par de jovenzuelos. Nos sentamos a comer y la gente nos observaba sin disimular. Reímos a carcajadas sin darnos por aludidos. Por primera vez no tome las cosas tan en serio.

Dionisio es un chico de rostro adusto, mirada penetrante y piel cetrina. Es atractivo y más bien discreto. Tiene una novia con la que lleva más de dos años y tiene planeado casarse con ella. Después de lo sucedido me pidió disculpas. Nunca lo había visto tan apenado. Le dije que no se preocupara, nadie se iba enterar.

Esta experiencia me despertó un extraño sentido de solidaridad con los amigos. Ahora escucho sus historias personales con más atención, sin jactarme de mis conquistas y logros. No temo expresarles cariño ni mostrar mis sentimientos. Soy menos arrogante y conciente de la fragilidad de nuestros actos.

No hace mucho comencé a salir con una colega de trabajo. Me dijo que si había algo que le gustaba de mi, era mi buen temperamento.

-Aprendí de la vida –le dije.


Santa Cruz, 25 de Marzo.

1 Comentarios, insultos, amenazas

Piernas Trenzadas

20:16 by Pike

El encargado toco la puerta del cuarto tres veces indicando que se había cumplido la hora. Maryté comenzó a vestirse, su perfume cítrico había vencido al tenue aroma del ambientador y ahora colmaba la pequeña habitación del residencial. El lugar era estrecho, el mobiliario parecía de utilería, justo lo necesario para un rato desechable, como si solo se viniera a ensayar encuentros, peleas o escenas de amor. Mi teléfono celular sonó de nuevo, tenia una computadora portátil para vender y un cliente en el comercial Chiriguano me esperaba, lo coloque en modo vibrador. El encuentro había sido fortuito, hacia ocho años que no veía a Maryté, desde la universidad justamente, cuando éramos compañeros y fuimos cortejos por un tiempo. Caminando un día por la calle me la encuentro a la salida de un café de estos del centro de la ciudad. Nos saludamos afectuosamente y quedamos en vernos de nuevo.


Maryté estaba radiante, la piel tersa, el cuerpo esculpido en un gimnasio, había adquirido el talante de una mujer madura y culta. El tiempo había hecho su trabajo. La desgracia fue que nos encontramos en momentos antagónicos de nuestras vidas. Yo estaba sumido en deudas, sin trabajo fijo, tramitando mí divorcio, con mi hijo de un año enfermo y su madre a punto de encarcelarme. Ni siquiera pude pagar un motel sino que acabamos metiéndonos casi a empujones, en un cuarto de dos por dos cerca de un mercado. Ahora que lo pienso, hubiera sido más digno un ascensor, oprimía el botón del piso diez y nos daba para un rato de pasión. Mas bien la personalidad respingada de Maryté acepto con humor la aventura. Para compensar, la bese con fruición, empecé desde el taco de su zapato.

Maryté se subía los pantalones, abotonaba su blusa, con la cadencia de una bailarina. Prendí un cigarro, me acerque a la ventana para expulsar el humo, en el reflejo observe mis cabellos desordenados y me pregunte en que momento había arruinado mi vida. No merecía estar con ella. Me perseguirían por un buen tiempo sus mordiscos, sus uñas clavadas en mi espalda, sus piernas trenzadas alrededor de mi cintura. Quizás era tarde para enamorarme de nuevo. No conversamos mucho, en cambio nuestros cuerpos platicaron sin vergüenza, se dijeron de todo.

Sentí el vibrador del celular en el bolsillo. Respondí la llamada con rapidez, indique que ya estaba de ida. Era muy probable que la portátil que tenia para vender fuese robada, pero necesitaba el dinero. Un amigo me la había dado para que la ofreciese con la promesa de una buena comisión. Maryté noto la preocupación en mi rostro. Esquive sus preguntas, no tenia por que estropear la cita con mis preocupaciones. Pague y salimos a la calle, el mundanal ruido de la céntrica avenida nos devolvió a la realidad. Eran poco menos de las tres de la tarde, Maryté se coloco unas gafas oscuras, pero antes me miro a los ojos y me dio un beso en la mejilla. La acompañe a tomar taxi, luego camine varias cuadras más y subí a un micro.

Santa Cruz, 20 de Marzo.

4 Comentarios, insultos, amenazas

El Dia del Padre Apesta

11:59 by Pike

Comentario

Ser padre de familia apesta. Padre es el que pone los huevos, se revuelca con la aspirante a madre y si todo sale bien, se condena de por vida a proveer el sustento familiar. Ser padre significa, en teoría, creer a pie juntillas en el concepto “familia”, ser el portavoz oficial de la institución, ser un militante feroz de los valores morales. Nada para lo que la abyecta madre naturaleza nos preparo. Suficiente miseria es la de aceptar que nuestras noches mas vigorosas y fecundas la pasaremos con la misma mujer. Suficiente cojudez es las de ver crecer a tu hija adolescente y saber que sale con un cretino que cualquier rato te la devolverá preñada. Ser padre es volverse el ogro aburrido y mediocre que tiene que defecar dinero por montones cuando se lo piden.



Conforme los años pasan te crece la panza, se te cae el cabello y esperan que luzcas como un modelo de pasarela. La rutina te vuelve un ser insípido, gruñón y nauseabundo, proclive a un derrame cerebral. Claro, tarde o temprano te ponen los cuernos y con ello pasas al equipo de los verdaderos padres: aquellos que sufren en silencio su disfunción eréctil. Para tratar el problema asistís a una terapia en grupo, donde te encuentras, para tu consuelo, con un ejercito de perdedores igual que tu. Lo único que te hace escapar del rebaño, es saber que al final de la terapia, te espera una cita con un proctólogo. No vuelves, pues sabes que la estrechez de tu esfínter pagara por muchos días de amargura.


Ser el héroe de la familia no tiene nada de gracia. Apenas se puede con el trabajo diario, un pequeño cubículo donde llenas formularios a mano, desde el cual tenes que aguantar la verborrea de tu jefe todo el día. Llegas cansado a casa y ni el perro te saluda. Con el tiempo preferís quedarte en el trabajo, haciendo hora para irte de farra con los colegas.

Te esforzas dando los mejores ejemplos posibles: no eructas en la mesa, no alzas la voz, colaboras en los quehaceres de la casa y los hijos te salen fumadores, borrachos, llenos de piercings y tatuajes. Te preguntan porque no triunfaste en la vida y si alguna vez pensaste en rehacer tu vida con otra mujer. Simplemente te quedas callado, admitiendo interiormente lo sabroso que hubiera sido escaparte con la gordita montaraz que te atiende en la gasolinera.

Cuando intentas reafirmar algo de tu juventud perdida, comprándote una moto o vistiendo a la moda, te tildan de degenerado. Entonces alguien me podría explicar ¿qué carajo se puede celebrar? Si detrás de cada padre hay un hombre castrado, disminuido por completo en su masculinidad. Por eso he decidido celebrar protestando, vestido de mujer, travestido, a ver si se atreven a invitarme a cenar.


Santa Cruz, 17 de Marzo

0 Comentarios, insultos, amenazas

Elogio a las Caderas

10:08 by Pike

Comentario


Me encantan las caderas de las mujeres. Justamente ahí, donde la bella curva de la cintura acaba, se forma, se erige este peñasco glorioso que son las caderas. Si existe el consentimiento, son el apoyo perfecto para tomar a una mujer, acercarla a uno, se pasa el brazo por la espalda y se deja dos o tres dedos apoyados en este promontorio, de ahí en adelante uno sabe que esa mano reposa en el mejor lugar que pueda existir. Cuando uno ve caminar a una mujer, se sabe muy bien por el movimiento de sus caderas quien es ella. Es entendido que las caderas tienen su propio vocabulario, las hay las cinceladas, las abultadas, las raquíticas, las infladas, y vociferan “soy buena en la cama”, “me cago en las dietas”, “¿te gusta mi trasero?”, “se mira pero no se toca”. Las caderas no musitan ni murmuran, gritan su existencia, son exhibicionistas por naturaleza, se abren paso como aletas que barren con cualquier indicio de timidez. No hay cinturón por muy grueso o ajustado, que cinche su presencia.

Cuando hacemos el amor, las caderas de la mujer actúan como un recipiente del placer, los embates de la pelvis machacadora del hombre, son amortiguados, absorbidos, palmo a palmo, por estos enormes paréntesis que retienen las carnes más gruesas. En la posición del perrito, ni hablar, uno recién puede hablar de placer cuando toma las caderas. El gusto no esta en que el pene entre y salga de la vagina, para nada, sino en estas divinas apoyaderas. A mi pareja, simplemente la tomo por las caderas y me quedo ahí, extasiado, uno siente que son los manubrios de la vida.

Hace tiempo me aburrí de las tetas, desde que gran parte de ellas se volvieron artificiales gracias a la inmunda silicona, para mi perdieron su magia. El culo por otro lado, ha sido muy vilipendiado, cualquier idiota contempla un trasero y se le cae la baba, es el pan erótico de los pobres de mente. Admirar caderas requiere una visión artística, arquitectonica, hay que irse por las formas y no el contenido. Están ahí, con certeza, pero uno no sabe exactamente donde. Solo con la experiencia, la constante practica, se puede desprender este bello volumen del resto.

Es obvio que Shakira debe su fama, no a su voz ni encanto juvenil, sino a que ha logrado hacer cantar a sus caderas. Practica el arte de la ventriloquia con ellas. Hay que recordar que en su estado más puro las caderas son capaces de hacer cimbrar el cuerpo de una mujer hasta que este entra en resonancia con la naturaleza tribal del hombre. Por eso cuando contemplamos una danza, donde hay un acentuado movimiento de caderas se nos sale lo cavernicola, retrocedemos abruptamente millones de años de candorosa evolución.


Y no olvidar; las caderas tienen un valor intrínseco muchas veces pasado por alto, y es que son las compuertas que abrazan un nuevo ser cuando llega y se ensanchan en señal de que el inquilino esta creciendo. Que haríamos sin ellas, nada.



Santa Cruz, 15 de Marzo

6 Comentarios, insultos, amenazas

La Titular y la Otra

13:35 by Pike

Comentario

Si me pongo a pensar, en realidad tengo dos mujeres en mi vida: la Titular y la Otra. La Titular es la madre de mis hijos, mi compañera y consejera. Con ella planeo los quehaceres de la casa, cuento con su ágil mente para mantener nuestro hogar en orden y funcional. La Titular me ha sacado de más de un apuro, sus pertinentes consejos y mirada acuciosa, me han ayudado a escalar en mi carrera profesional y a poder lidiar con los defectos de mi carácter. La Titular es una mujer práctica, no se pone celosa de cualquier cosa y es incapaz de armarme una escenita, así este de muy mal humor. Jamás me grita. Sabe cual es su lugar y escoge muy bien los momentos para que podamos discutir nuestras desavenencias. Lo que más admiro en ella, es la capacidad que tiene de poder batallar con su trabajo, los niños y yo. Por supuesto colaboro en todo lo necesario, pero la Titular a lo largo de los años, ha desarrollado la capacidad de armonizar adecuadamente los diferentes espacios que compartimos. Debe ser por eso que siempre encuentro una mesa bien servida, la camisa con la que asisto a las juntas perfectamente planchada y a nuestros hijos, limpios y recién vestidos. Esta constante dedicación ha tenido un precio, muchas veces la noto agotada y ni ganas hay para nuestros arrumacos.



Es cuado busco a la Otra. La Otra es mi amante furtiva. Tan solo mencionarla y la piel se me eriza. La Otra es una sombra que se desliza por una esquina. La Otra prende fuego al más gélido cubo de hielo. Con ella me tomo unas cervezas, conversamos sin tapujos y casi siempre acabamos devorándonos. Nada la aflige y se mofa de todo. Se regala entera para mí, no hay resquicio alguno en su cuerpo que mis besos no hayan palpado. Me llama a la oficina para hablarme suciedades, me envía correos con fotos suyas en poses extravagantes, es así de bellaca. Es una flor cuyos pétalos siempre están abiertos para mí. Nunca se cuando la volveré a ver, ni siquiera si la volveré a ver, así pues en nuestras citas nos atropellamos a besos, nos arrancamos la ropa, nos volvemos insaciables. Llevo bastante tiempo saliendo con la Otra, y siempre me pregunto como es que hace para mantenerme en vilo, en constante deseo de verla.

Pero la felicidad de mi vida es que la Titular y la Otra son la misma persona, calzan la misma piel. Mientras una trabaja conmigo, codo a codo, elaborando presupuestos, haciendo interminables listas de compras, la otra esta latente, ahí mismo, insinuándose todo el tiempo. Las confundo muchas veces y un beso que es un cariño, se convierte por descuido en provocación. A veces un simple roce en la cocina es suficiente para desencadenar una avalancha de besuqueos y agarrones. Ambas son impertinentes, una se mimetiza en la otra para confundirme. Se pisotean los roles, así que cuando empiezo a discutir con la dueña del hogar, la otra asoma a ver hasta donde llega mi paciencia. Mas de una vez la he tomado por el brazo molesta y aburrida y sin detenerme ante sus empujones enciendo su lado volátil. No pasa mucho tiempo, cuando ya estamos cruzando la indiscreción, desabrochando deseos, se suelta el cabello y no fue mas, me vuelvo loco.

Santa Cruz, 14 de Marzo

0 Comentarios, insultos, amenazas

Beso Mínimo

12:43 by Pike

Salir a comprar mas bebida fue la excusa que buscaba para estar con Perlita. La reunión en el cuarto se estaba tornando densa, cada uno estaba más o menos en pareja. Se escuchaban risotadas, murmuraciones y el chapaleo de besos. Habíamos pasado más de cuatro horas bebiendo, una montaña de latas de cerveza apeñuscadas en un rincón de la habitación era la prueba. Al otro día había clases en la universidad pero a nadie le importaba. Leonardo insistia con la radio, era a todo buscar música brasilera. Me tocaba poner mi cuota de trago así que le pedí a Perlita me acompañe. Salimos del condominio y nos dirigimos al auto. Anochecía, el cielo estaba cenizo, una ventisca sacudía la copa de los árboles. Caminando por la acera me di cuenta que después de mucho tiempo me sentía bien con alguien. Todo se movía con más lentitud. Perlita me abrazo por la cintura y sentí su cabello rozarme la mejilla, la bese en la cabeza. Oficialmente solo éramos amigos pero entre cigarro y cervezas una chispa de curiosidad salto entre nosotros.


Nos fuimos a buscar licorería. Como estaba borracho mis reflejos al volante no estaban en su mejor momento. En mas de una esquina maniobre con brusquedad, y lo tomamos a chiste, pero llegando a la rotonda de la Brasil frene en seco para no darle a la vagoneta de un desgraciado taxista y Perlita se dio contra el portaguantes. Cuando levanto la cabeza estaba llorando. El golpe había sido contundente. Lentamente la apoye sobre mi hombro y la abrace tanto como pude. Tenía mi mano hundida en su cabellera rascando con suavidad su cráneo y escuchaba su llantito, fue extraño por que sentía que era ella la que me consolaba. Se encaramo en mi asiento y se fue calmando. Al frente un hombre harapiento cruzaba la avenida cargando una enorme bolsa con botellas de plástico. Después de un instante sabia que no lloraba por el golpe. Perlita se aparto un poco, me miro a los ojos y me beso. Fue un beso mínimo, casi un simple roce. Me quede contemplando el rimel chorreado bordeando sus enormes ojos negros. Parecía una chica gótica.


Llegamos al cuarto tomados de la mano. Había dos parejas desparramadas en el suelo tocándose tanto como podían. Nos acomodamos cerca de un sofá. Serví dos vasos de ron con soda. Perlita cerca mió comenzó a frotar mi pecho. Nos besamos, continué el beso por el cuello hasta el hombro. Tome el vaso de trago y lo termine, me volví a servir dos veces mas haciendo lo mismo. Quede yema. Se me apareció el hombre harapiento, arrojándome con rabia sus botellas de plástico. Vi su sonrisa de dientes partidos burlarse se de mi. No aguante, me levante y me dirigí al baño. Tropecé con almohadones, latas, CD’s, cajetillas, condones. Abrí el grifo del lavamanos y humedecí mi rostro. Note que Perlita estaba a mi lado. Me pregunto si me encontraba bien. Moví la cabeza de lado a lado, pues no lograba articular una palabra. Cerro la puerta se bajo el pantalón, el calzón y se sentó en la tasa. Escuche lo que orinaba. De pie frente a ella, Perlita me bajo los pantalones hasta el muslo, estaba por bajarme el bóxer y la detuve. Ella insistió, y se encontró con mi pene flácido, apeñuscado, colgando inerme, como si fuera un llaverito. Lo contemplo con lastima. Yo no pretendía nada en ese momento, sino su compañía. Quizás tomarla de la mano y correr por una pradera. Perlita no lo entendió así. ¿Como explicarle la mezcla de sentimientos que me embargaba? Estaba a punto de llorar, pero me reprimí, no quería seguir haciendo el ridículo.

Amanecí al otro día acostado al lado de la tasa del baño. Me despertó la señora de la limpieza.

1 Comentarios, insultos, amenazas

La Teñida

12:38 by Pike

Emir comenzó a cepillarse los dientes sin darse cuenta que Daniela, en la habitación de al lado, se estaba vistiendo. Luego de pasar la tarde retozando cariñosamente en la cama, decidieron comer. Habían exprimido sus fluidos corporales y el hambre gano rápidamente terreno. Pidieron pollo, Daniela lo deseaba y conocía un servicio que lo dejaba en la puerta de tu casa en menos de media hora. Emir enjuago su boca con esmero, quería un aliento fresco, capaz de besar con seguridad. Daniela se tomo el cabello todo junto y se lo hecho para atrás sujetándolo con una liga. Poseía una pulcra melena de largos mechones negros. Tenía veintitrés años pero se sentía como una de treinta según ella por un look con el que ya no se identificaba. Era una chica más bien interesante, capaz de conversar con mucha fluidez de cualquier tema, pero ese rato estaba como ausente. Raro por que no hacia ni treinta minutos que había celebrado con numeroso grititos un orgasmo que califico como “el mejor del mes”.


Emir sale del baño y observa no con poco asombro que Daniela esta vestida por completo sentada en el sofá mirándose en un espejo de mano. Contaba con ver una película, conversar sobre la política del país, esperar que los bríos sexuales retornaran, pero no vestirse y disparar y mas que todo no vestirse; adoraba verla pasear en ropa interior por la alcoba.

-Voy a teñirme de rubio el cabello –dijo Daniela con aplomo. Y se paso la mano sobre la cabeza con cierta displicencia.

Emir cerró los ojos por un instante y continuo moviendo el cepillo dentro de su boca con una lentitud que más bien parecía que lo estuviera masticando. Si hay algo que Emir adoraba en Daniela era el negro natural de su cabello, representaba la diferencia entre ella y el resto de las mujeres (y si que conocía mujeres el joven empresario a cargo de una exitosa empresa constructora) que en base a potentes químicos sometían sus frágiles melenas a colores absurdos.


Pero Daniela lo tenia decidió. Le habían dicho en numerosas ocasiones, que necesitaba una nueva imagen, mas a tono con su carácter desenfadado. Se coloco sus audífonos, prendió el diminuto reproductor de música que colgaba de su pantalón y comenzó a moverse con gracia alrededor de la alcoba. Sonó el teléfono, sonó el timbre, una ventana se abrió de golpe por un sacudon del viento pero nadie se inmuto. Emir estaba con la mandíbula descolgada, miro hacia arriba, abajo, a los lados, hasta que se encontró con los ojos incisivos de Daniela, y no atino a buscar una respuesta allí a la pregunta que le oprimía el pecho: ¿Por qué? mas bien, retrocedió lentamente, retomo el cepillado y cerro la puerta del baño tras de si.

0 Comentarios, insultos, amenazas

La Despedida

12:36 by Pike

El radio-móvil llego con un retraso de casi media hora. Soraya y Marlene lo esperaban en la acera. Después de más de diez años de no verse, estas compañeras, que se encontraron en una fiesta de promociones de colegio decidieron juntarse a conversar. Marlene vivía sola en el quinto piso de un edificio de apartamentos en un barrio que se podía decir residencial, cerca de la casa de sus padres, y de lo que fue alguna vez el colegio de ambas. En cambio Soraya que estaba de visita, tuvo la oportunidad de especializarse afuera y cuando regreso al país cambio de residencia muchas veces de acuerdo a las necesidades del trabajo. Últimamente alquilaba un apartamento de dos ambientes cerca del centro de la ciudad. Ambas eran autosuficientes y amaban ardientemente su independencia.

Esa tarde el cielo estaba plomizo, el viento formaba remolinos con las hojas secas del gigante parque que había frente al edificio de Marlene. Solo una pareja de ancianos circulaban animosamente en el lugar, observaban curiosos las diferentes plantas y se detenían a contemplar el tamaño de los árboles. Se escuchaba el chasquido de las ramas frondosas golpeando entre si. Estaba anunciado que iba llover. Soraya miro las enormes nubes gordas a punto de desaguar, miro a su alrededor y se sintió envuelta en un mar de recuerdos. Muchas imágenes de la adolescencia atravesaron su mente. El par de amigas había conversado bastante, cada detalle de sus vidas fue revisado minuciosamente. Los postes de luz comenzaron a prenderse tímidamente.

Daniela platico del barrio. Aun había sectores despoblados con el monte crecido pero el mismo había cambiado considerablemente, las antiguas calles de tierra con canales de agua sucia habían dado paso al cemento. Las casas rusticas se convirtieron en hermosas viviendas de dos pisos con barda, patio y jardín. El antiguo colegio creció en número de estudiantes y ahora gozaba de un coliseo, biblioteca y modernas aulas con pizarra de acrílico y aire acondicionado. Todo en menos de una generación.

El radio-móvil se estaciono al ras de la vereda y el chofer estirando el brazo desde su asiento abrió la puerta trasera. Soraya se dio cuenta de que no quería irse, no soportaría fácilmente el viaje a casa invadida de nostalgia, abrazo a Daniela con fuerza y no contuvo la emoción. Algunas gotas de agua comenzaron a caer, el atardecer repentinamente se había oscurecido proveyendo una inesperada intimidad. Daniela, a sus treinta y tres años opto por ceder. Le susurro algunas palabras al oído a Soraya y de pronto esta sintió que un escalofrió le recorría el cuerpo. Daniela percibió cierto nerviosismo y tomándole la mano la mantuvo cerca de si, sus mejillas se rozaron levemente. Comenzó a llover a cantaros pero ninguna se movió. La tenue luz y el agua copiosa hacia borrosa la figura de ambas a lo largo de la cuadra.

0 Comentarios, insultos, amenazas

Esporas de algodón

12:28 by Pike

Debora con sus veinte años recién cumplidos entro en el sombrío cuarto conciente de que no podía dar marcha atrás. Finalmente, aquella noche, se encontraría con su amante. Pero desde el vano de la puerta se dio cuenta que nada era como lo había previsto, así que se sentó en la orilla de la cama con cierto desanimo. Observo la precaria habitación, el piso desportillado, la ventana cubierta con papel periódico, las paredes con gigantes manchas de humedad, y se prometió paciencia. Muy pronto tendría que emigrar a España por trabajo y quizás era la última oportunidad de estar a solas con Carmelo. El foco mugriento que iluminaba el cuarto por ratos pestañeaba provocando sobresaltos en el animo ya agitado de Debora. Desconocía el barrio, así que solo atino a tomar el celular que recibió como obsequio y realizo varias llamadas.

Una hora después llego Carmelo, insulso de borracho y sin la camisa puesta. Entro zigzagueando y se arrojo en la cama exhausto después de balbucear un montón de incoherencias. Debora quedo perpleja al verlo, pues si se había imaginado lo peor, la situación la rebasaba. Molesta intento despertarlo pero los sacudones no lograron reanimarlo.

Decidida a no dejarse vencer por el imprevisto, Debora se limpio las lagrimas, se abrió la blusa, tomo la mano de Carmelo y la sujeto sobre uno de sus senos. Primero lo hizo ligeramente, dibujando círculos alrededor de su pezón, luego más desinhibida paseo la mano sobre su cuello y rostro, segura de que ello la estimulaba. Envalentonada, se bajo los jeans, y comenzó a frotar la mano desvanecida de Carmelo sobre su pelvis. No se detuvo ahí, lentamente, tomando con firmeza los gruesos dedos de él llego a su entrepierna húmeda y sintió que la virginididad eran esporas de algodón que el viento sacudía en su vientre.

Afuera se escuchaba el largo aullido de un perro encadenado a otro más distante. Debora paso por alto su nerviosismo, el chirriar del catre, las arañas merodeando sobre las paredes y beso a Carmelo en el pecho, hombros y labios. Recorrió su cuerpo terso ceremoniosamente como quien se despide de algo sagrado. Una voz en su interior le decía que no lo volvería a ver. Tomo su cartera y saco un pañuelo de papel. Quizás con el tiempo se atrevería a pensar que la vida contenía pocos momentos tan intensos.


Carmelo despertó a medianoche en busca de agua, y recién supo que estaba solo.

0 Comentarios, insultos, amenazas