La Despedida

12:36 by Pike

El radio-móvil llego con un retraso de casi media hora. Soraya y Marlene lo esperaban en la acera. Después de más de diez años de no verse, estas compañeras, que se encontraron en una fiesta de promociones de colegio decidieron juntarse a conversar. Marlene vivía sola en el quinto piso de un edificio de apartamentos en un barrio que se podía decir residencial, cerca de la casa de sus padres, y de lo que fue alguna vez el colegio de ambas. En cambio Soraya que estaba de visita, tuvo la oportunidad de especializarse afuera y cuando regreso al país cambio de residencia muchas veces de acuerdo a las necesidades del trabajo. Últimamente alquilaba un apartamento de dos ambientes cerca del centro de la ciudad. Ambas eran autosuficientes y amaban ardientemente su independencia.

Esa tarde el cielo estaba plomizo, el viento formaba remolinos con las hojas secas del gigante parque que había frente al edificio de Marlene. Solo una pareja de ancianos circulaban animosamente en el lugar, observaban curiosos las diferentes plantas y se detenían a contemplar el tamaño de los árboles. Se escuchaba el chasquido de las ramas frondosas golpeando entre si. Estaba anunciado que iba llover. Soraya miro las enormes nubes gordas a punto de desaguar, miro a su alrededor y se sintió envuelta en un mar de recuerdos. Muchas imágenes de la adolescencia atravesaron su mente. El par de amigas había conversado bastante, cada detalle de sus vidas fue revisado minuciosamente. Los postes de luz comenzaron a prenderse tímidamente.

Daniela platico del barrio. Aun había sectores despoblados con el monte crecido pero el mismo había cambiado considerablemente, las antiguas calles de tierra con canales de agua sucia habían dado paso al cemento. Las casas rusticas se convirtieron en hermosas viviendas de dos pisos con barda, patio y jardín. El antiguo colegio creció en número de estudiantes y ahora gozaba de un coliseo, biblioteca y modernas aulas con pizarra de acrílico y aire acondicionado. Todo en menos de una generación.

El radio-móvil se estaciono al ras de la vereda y el chofer estirando el brazo desde su asiento abrió la puerta trasera. Soraya se dio cuenta de que no quería irse, no soportaría fácilmente el viaje a casa invadida de nostalgia, abrazo a Daniela con fuerza y no contuvo la emoción. Algunas gotas de agua comenzaron a caer, el atardecer repentinamente se había oscurecido proveyendo una inesperada intimidad. Daniela, a sus treinta y tres años opto por ceder. Le susurro algunas palabras al oído a Soraya y de pronto esta sintió que un escalofrió le recorría el cuerpo. Daniela percibió cierto nerviosismo y tomándole la mano la mantuvo cerca de si, sus mejillas se rozaron levemente. Comenzó a llover a cantaros pero ninguna se movió. La tenue luz y el agua copiosa hacia borrosa la figura de ambas a lo largo de la cuadra.

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