La Deuda

22:55 by Pike

El abultado culo de la puta causo tal estrépito al caer sobre la mesita colmada de botellas y vasos, que se escucharon carcajadas, chiflidos en todo el patio, algunos hasta se pararon y aplaudieron. Estaba borracha bailando frente a sus clientes cuando al parecer se le rompió el taco y se fue para atrás. El incidente distrajo un poco la discusión que tenia con Paúl, pero lo jale de la camisa.

-Necesito mi dinero –insistí.
-¿Será que antes no podemos compartir unas cervezas? –respondió con los ojos brotados y la boca desencajada.

Mire alrededor nuestro, buscando una buena excusa, pero solo había sórdida diversión, y deje que pida el último par de cervezas. Serian como las nueve de la noche y tenia menos de una hora para volver con el dinero. Alguien en el comercial Chiriguano me dijo que Paul estaba en la Casita Blanca, así que tome un taxi y llegue tan rápido como pude. La Casita Blanca es un putero sobre el Segundo Anillo, a lo diagonal del Parque Urbano. No hay nada afuera que llame la atención o indique que es un lenocinio, excepto su barda blanca y el guardia a la entrada. Por dentro esta pobremente acondicionado para atender a la tropa machorra que viene a distenderse. Comparado con otros boliches del rubro, la Casita Blanca tiene precios módicos y atractivas mujeres, debe ser por eso su popularidad. Como era Sábado el lugar se estaba llenando, nos ubicamos en el patio acomodados sobre un sofá curtido de viejo que hedía a esencia de grosella. Por lo menos corría un poco de viento. Me tenía traumado el hecho de que entre las putas creí haber reconocido una amiga de la infancia.


Paul estaba a besuqueos con Samantha, una rubia teñida rolliza, vestía un enterizo negro que le llegaba hasta el muslo, es bajita y caderuda. Había como una treintena de personas entre hombres y mujeres, pero la diferencia se iba incrementado a favor de los hombres que es cuando el putero se vuelve insoportable por los borrachos, las peleas, la bulla. Aun así distrae. Samantha levanto la mano, pidió más cerveza y un trago de Amarula para ella.

-No más cerveza –la detuve tajante.
-No seas apático –respondió, y añadió hecha la simpática-: Te voy a llamar una amiga para que se te vaya el aburrimiento.
-No gracias –dije.
-No te preocupes, todo ya esta pagado –añadió Paúl balbuceando.

Mire con desdeño la canastilla de cerveza prácticamente llena al lado nuestro. Estaba levantándome cuando unos brazos llenos de manillas me toman por el cuello. Una nubecilla de una fragancia chillona me envolvio.

-Hola, soy Marioly –dijo la voz chillona que venia de una figura curvilínea, sobrecargada por delante y más bien escuálida por atrás. Me presente y en ese instante alguien me paso un vaso de cerveza. Lo puse sobre la mesa y pregunte quien lo sirvio.

-El mesero –musito Paúl sin saber a quien respondía.

Levante la mano llamando al Guardabosque –así le dicen al mesero- es un tipo chato, cabello hirsuto con la cara plana, se me acerca y le exijo que destape las botellas en la mesa, nosotros nos servimos. Samantha y Marioly cuchichearon.

-Estas con la perseguidora –comento Paúl y dio un saltito por el hipo.
-Solo quiero salir entero de este lugar –respondí.
-Mierda, ni que fuéramos pildoritas –retruco Marioly y soltó una carcajada.

Desde la sala una rockola tronaba música popular del norte de México, me senté de nuevo, Marioly se puso a bailar frente a mí. El piercing en su ombligo me hacia guiños. Alce la mirada, sus enormes pechos brincaban al unísono, queriendo escapar del escote, se descolgaban y volvían a su sitio. Invitaban al cobijo, un pesebre de ubre donde apoyar mi conciencia mancillada con tantos problemas, pensé. Me asaltaron los deseos de abrazarla, renunciar provisionalmente a mi estado civil y dejarme llevar por la algarabía del momento. Un cosquilleo comenzó a bajar por mi espalda.

-Tengo crédito aquí, si queres hace pieza –dijo enfático Paúl, intento pararse y sacar algo de su bolsillo pero no lograba tenerse en pie y se desmorono en el sofá.

Fiel a mi voluntad de correr riesgos innecesarios, tome la mano de Marioly y la trence con la mía, la mire a los ojos, los tenia alicaídos, sus pómulos rojizos me indicaron que estaba chispeada. Estaba en esos alcahueteríos sentimentales cuando de golpe la música se detiene y se escucha por los parlantes que se buscaba al dueño de un Toyota Levin amarillo, matricula SCH-438. Era el auto de Paúl, lo tome por el brazo pasándolo por mi hombro y nos dirigimos a la puerta. Supuse estaba mal parqueado y había que moverlo. Afuera, para terminar de consternar mi ánimo, un policía del PAC nos esperaba, hizo algunas preguntas acerca de la movilidad, abrimos el maletero, nos pidió documentos. Estaban haciendo una redada y las características del auto coincidían con las de una denuncia, pero era evidente que nosotros estábamos en otra joda, así que el oficial simplemente nos advirtió que nos retirásemos del lugar pues la redada se estaba extendiendo por algunas rotondas del Segundo Anillo y era posible que nos vuelvan a detener. Hasta eso un grupillo de curiosos se acomodo alrededor nuestro escuchando con detenimiento lo que se decía. Mas bien Paúl no abrió su boca sino para denotar su hipo. El policía subió a su moto y partió.

Se me acerca el Guardabosque y me indica que faltaba pagar la cuenta. Se debían algo como setecientos bolivianos. Me caí de culo yo también. Paúl solo tenía seiscientos, sin tomar en cuenta los cien dólares de la deuda. Me moleste de verdad.

-¿Cómo se supone que me vas a pagar? –lo increpe- si ni siquiera tenes para la cuenta.
-En mi oficina de seguro arreglamos –dijo- mas bien préstame hasta que lleguemos.

Paúl es prospero en los negocios pero no es el tipo de hombre que se sacude los pies antes de entrar a su casa. Tuve que poner de mi plata y evitar un escándalo. Le quite las llaves del auto y lo subí a empujones, el muy decidido quería manejar siendo que estaba ebrio. Al cerrar la puerta del acompañante note que una joven salía de la Casita Blanca con un tipo, por la forma de caminar, el perfil de muñeca Barby casi atine a llamarla por su nombre, pero dije:

-No, no puede ser ella.


Santa Cruz, 22 de Abril.

3 Comentarios, insultos, amenazas

3 comentarios:

cronopio dijo... @ 25 de abril de 2009, 9:24

¿Cómo que tenía crédito el cretino de Paúl?

La historia de la deuda incobrable, y el retrato del tipo que ni siquiera se acuerda que debe (tal vez porque considera que "entre amigos no hay deudas, sólo favores" )

je, je, muy convincente.

Ed dijo... @ 27 de abril de 2009, 12:22

Te agradezco el comentario que dejaste en mi blog porque, aparte de lo que dices, he podido conocer el tuyo con sus tremendas historias tan bien hilvanadas y que reflejan cómo podemos llegar a ser las personas, todas tan iguales y a la vez tan distintas. Me gustan tus personajes y cómo los dibujas casi sin que nos demos cuenta los lectores. Excelente de verdad. Yo también seguiré viniendo por aquí. Gracias de veras.
Ed.

Anónimo dijo... @ 30 de mayo de 2009, 23:21

estuvo muy buena tu historia, sigue escribiendo.
un besito

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