Beso Mínimo

12:43 by Pike

Salir a comprar mas bebida fue la excusa que buscaba para estar con Perlita. La reunión en el cuarto se estaba tornando densa, cada uno estaba más o menos en pareja. Se escuchaban risotadas, murmuraciones y el chapaleo de besos. Habíamos pasado más de cuatro horas bebiendo, una montaña de latas de cerveza apeñuscadas en un rincón de la habitación era la prueba. Al otro día había clases en la universidad pero a nadie le importaba. Leonardo insistia con la radio, era a todo buscar música brasilera. Me tocaba poner mi cuota de trago así que le pedí a Perlita me acompañe. Salimos del condominio y nos dirigimos al auto. Anochecía, el cielo estaba cenizo, una ventisca sacudía la copa de los árboles. Caminando por la acera me di cuenta que después de mucho tiempo me sentía bien con alguien. Todo se movía con más lentitud. Perlita me abrazo por la cintura y sentí su cabello rozarme la mejilla, la bese en la cabeza. Oficialmente solo éramos amigos pero entre cigarro y cervezas una chispa de curiosidad salto entre nosotros.


Nos fuimos a buscar licorería. Como estaba borracho mis reflejos al volante no estaban en su mejor momento. En mas de una esquina maniobre con brusquedad, y lo tomamos a chiste, pero llegando a la rotonda de la Brasil frene en seco para no darle a la vagoneta de un desgraciado taxista y Perlita se dio contra el portaguantes. Cuando levanto la cabeza estaba llorando. El golpe había sido contundente. Lentamente la apoye sobre mi hombro y la abrace tanto como pude. Tenía mi mano hundida en su cabellera rascando con suavidad su cráneo y escuchaba su llantito, fue extraño por que sentía que era ella la que me consolaba. Se encaramo en mi asiento y se fue calmando. Al frente un hombre harapiento cruzaba la avenida cargando una enorme bolsa con botellas de plástico. Después de un instante sabia que no lloraba por el golpe. Perlita se aparto un poco, me miro a los ojos y me beso. Fue un beso mínimo, casi un simple roce. Me quede contemplando el rimel chorreado bordeando sus enormes ojos negros. Parecía una chica gótica.


Llegamos al cuarto tomados de la mano. Había dos parejas desparramadas en el suelo tocándose tanto como podían. Nos acomodamos cerca de un sofá. Serví dos vasos de ron con soda. Perlita cerca mió comenzó a frotar mi pecho. Nos besamos, continué el beso por el cuello hasta el hombro. Tome el vaso de trago y lo termine, me volví a servir dos veces mas haciendo lo mismo. Quede yema. Se me apareció el hombre harapiento, arrojándome con rabia sus botellas de plástico. Vi su sonrisa de dientes partidos burlarse se de mi. No aguante, me levante y me dirigí al baño. Tropecé con almohadones, latas, CD’s, cajetillas, condones. Abrí el grifo del lavamanos y humedecí mi rostro. Note que Perlita estaba a mi lado. Me pregunto si me encontraba bien. Moví la cabeza de lado a lado, pues no lograba articular una palabra. Cerro la puerta se bajo el pantalón, el calzón y se sentó en la tasa. Escuche lo que orinaba. De pie frente a ella, Perlita me bajo los pantalones hasta el muslo, estaba por bajarme el bóxer y la detuve. Ella insistió, y se encontró con mi pene flácido, apeñuscado, colgando inerme, como si fuera un llaverito. Lo contemplo con lastima. Yo no pretendía nada en ese momento, sino su compañía. Quizás tomarla de la mano y correr por una pradera. Perlita no lo entendió así. ¿Como explicarle la mezcla de sentimientos que me embargaba? Estaba a punto de llorar, pero me reprimí, no quería seguir haciendo el ridículo.

Amanecí al otro día acostado al lado de la tasa del baño. Me despertó la señora de la limpieza.

1 Comentarios, insultos, amenazas

1 comentarios:

Anónimo dijo... @ 8 de marzo de 2009, 21:32

me parece interesante la historia, eso si el final no me gusto

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