El Aljibe

21:11 by Pike

Caminaba apurado por una calle del casco viejo, con papeles bajo el brazo pues debía concluir unos tramites y sobre la acera me cortan el paso unos enormes troncos que estaban sosteniendo la fachada de una tapera a manera de bastones gigantes. Me irrite por la falta de consideración al peatón, semejante obstáculo siendo tan transitada la cuadra. La molestia se disipo cuando cruce la acera y me fije detenidamente: la fachada estaba por completo fracturada, largas grietas zigzagueaban su cintura, los marcos de las ventanas podridos, el techo desfondado y las tejas alfombradas de musgo. Debía considerar la antigüedad de la construcción y el abandono en que yacía. La casa no estaba siendo demolida, simplemente se derrumbaba a pedazos por cuenta propia, a la intemperie, en un lento pero seguro devenir, a la vista de todos. Cada bocinazo, cada transeúnte con prisa, la desportillaba un poco más. Me intrigo cuanto tiempo mas podría estar de pie. Decidí espiar. La puerta estaba desvencijada, le colgaba una aldaba herrumbrosa, solo tuve que empujarla un poco y cruce el vano. Dentro, el piso de ladrillo me hizo recuerdo a otro piso de ladrillo de mi infancia. Camine entre montículos de tierra y hierba, no paraba de sacudir el aire frente a mi, pues las paredes descascaradas soltaban un polvo fino que flotaba perenne. En algún momento tuve que protegerme la nariz con un pañuelo. Pase a una habitación cuyo techo tenía un enorme agujero, al acercarme y observar, algunas palomas alzaron vuelo desde el tumbado. Me asuste. Sentía estaba menoscabando la agonía de un enfermo terminal.


Llegue al traspatio donde logre divisar entre una maraña de enredaderas y helechos la curva de un aljibe. Me pregunte cuando fue la última vez que lo utilizaron. Rodeado de tanto abandono el aljibe parecía el vaso comunicante con el pasado de la casa. El ultimo reducto de dignidad. A mí alrededor solo pude contemplar escombros: el esqueleto oxidado de una bicicleta atravesado entre los restos de un ropero, al lado, un colchón despanzurrado servia de madriguera a un gato. Mosquiteros, tela milimétrica, arcos de mampostería, vasijas de plástico, un catre, azulejos de baño, masetas de cerámica, una jaula vacía, canaletas, un sombrero de fieltro, un baúl, una bacinilla, un justan, revistas y periódicos, esteras, un ventilador, cortinas, los fierros de una cocina, bolsas de estuco, una mampara, tarros, un caballete, botellas de vidrio, todo apilado en una enorme montaña de basura salpicada de lodo.

Estuve como media hora haciendo una lista mental de las cosas que vi. Ajuste mi corbata y regrese a la calle.

Santa Cruz, 1 de Abril

1 Comentarios, insultos, amenazas

1 comentarios:

Anónimo dijo... @ 12 de abril de 2009, 15:43

los inventarios inútiles son los imprescindibles, los que nos devuelven al camino

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